¿Por qué nos autodestruímos?

¿Qué nos está pasando?

Lo que hacemos directamente al medio ambiente repercute en la vida de las personas y seres vivientes. Cuando de manera consciente o inconsciente dañamos la naturaleza, contaminamos el suelo, el aire, el agua, destruimos los ecosistemas y todas las comunidades de seres vivientes que habitan en ellos, inevitablemente estamos atentando contra la esencia de la vida -al extinguir y mermar especies- lo que implica en definitiva, atentar contra la vida misma de los seres humanos.  

En nuestros territorios estamos viviendo los efectos de un actuar descuidado e irresponsable con el entorno, enfrentamos graves problemas asociados a un crecimiento desregulado en Buin y Paine, a partir de la destrucción de los mejores suelos del país, suelos irrecuperables. Con ello afectamos nuestra seguridad alimentaria y la disponibilidad del recurso agua, aumenta la temperatura en nuestras comunas y generamos un ambiente más inhóspito para la vida.

¿Qué nos está pasando?
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La autoflagelación, el hacerse daño así mismo, son síntomas claros de una enfermedad, de un trastorno de las personas hacia su propio cuerpo y se manifiesta de diversas formas: bebiendo y comiendo en exceso, consumiendo drogas, intentando dañar su cuerpo, o quitándose la vida.  Para lograr sanarse y reducir los perjuicios que puedan ocasionar estas patologías, se necesita reconocer el factor que las desencadenan, y desde ahí, comenzar un proceso de sanación y cambio. Si bien la flagelación es una conducta peligrosa, también es una forma de expresión. Las personas que recurren a esta práctica tienen la necesidad de atención, compañía y de ser vistas.

Desde una perspectiva ecológica, lo que le hacemos al cuerpo no necesariamente daña de manera directa al ambiente o entorno más inmediato, aunque si la persona continúa con este perjuicio, lo más probable es que afectará su propia salud y la salud mental y vida de su grupo familiar.

Cuando hablamos de medio ambiente estamos hablando de las personas, del campo y de la ciudad, de los animales, de las plantas, los bosques, los desiertos, los ríos, las lagunas, los mares, etc. Por otra parte, nuestras costumbres, nuestros hábitos lo que compramos o dejamos de comprar, nuestra ropa, el transporte, dónde vivimos, cómo trabajamos y hasta la relación que tenemos con nuestros vecinos tienen impacto —positivo o negativo— en nuestro entorno, y todo eso tiene el potencial de preservar o destruir el medio ambiente que nos sustenta.

Lo que hacemos directamente al medio ambiente repercute en la vida de las personas y seres vivientes. Cuando de manera consciente o inconsciente dañamos la naturaleza, contaminamos el suelo, el aire, el agua, destruimos los ecosistemas y todas las comunidades de seres vivientes que habitan en ellos, inevitablemente estamos atentando contra la esencia de la vida -al extinguir y mermar especies- lo que implica en definitiva, atentar contra la vida misma de los seres humanos.

En nuestros territorios estamos viviendo los efectos de un actuar descuidado e irresponsable con el entorno, enfrentamos graves problemas asociados a un crecimiento desregulado en Buin y Paine, a partir de la destrucción de los mejores suelos del país, suelos irrecuperables. Con ello afectamos nuestra seguridad alimentaria y la disponibilidad del recurso agua, aumenta la temperatura en nuestras comunas y generamos un ambiente más inhóspito para la vida.

Al utilizar las aguas sin control ni criterio, estamos creando las condiciones para la escasez de este vital recurso y su probable racionamiento futuro, lo que incidirá fuertemente en el desarrollo urbano de nuestras localidades y nuestro estilo de vida. Por otra parte, en estas comunas, el aumento de la población ha generado una extracción sin precedentes de nuestras fuentes de agua, las cuales mayoritariamente las obtenemos de napas subterráneas.

Este impacto de sobreconsumo en un contexto de cambio climático, ha generado que la capacidad de recuperación de estas fuentes de agua sea cada vez menor, lo que sumado a falta de lluvias, desaparición de glaciares, y en especial, el uso intensivo de recursos hídricos en la agricultura e industria, está afectando la existencia futura del recurso.

¿Cómo se manifiestan estos impactos sobre el ambiente en Buin y Paine? El caso más bullado y de conocimiento publico, es la sequía de nuestra Laguna de Aculeo, la cual ya no tiene agua y las comunidades aledañas han visto cómo sus propiedades se desvalorizan, cómo los proyectos inmobiliarios no pueden materializarse, el turismo local ha casi desaparecido. Es decir, el impacto de la falta de agua de manera directa e inmediata está afectando a nuestra gente, a nuestras comunidades, y obviamente, a todas las especies animales y vegetales que dependían de este cuerpo de agua.

A nivel de nuestras comunas, otro impacto que comenzará a ser cada vez más frecuente es el abastecimiento de agua potable para nuestras comunidades. Cada vez la empresa Aguas Andinas y los APRs han debido profundizar los pozos donde se obtiene el agua, recurso que no es infinito, y menos en situación de sequía, ya que como lo señalamos anteriormente ya no se están recargando nuestras fuentes de agua.

¿De qué otra manera nos puede impactar la falta de este vital recurso? De numerosas formas, pero la más fundamental es en su consumo; hoy en promedio consumimos más de 200 litros por persona todos los días, y sin lugar a dudas, este será uno de los primeros impactos que deberemos asumir.

En Sud África, en ciudad del Cabo, hoy la gente está recibiendo 5 litros por persona al día, para todos sus usos, consumo, baño y alimentación. Esta es la cara más crítica de la falta de este vital elemento. Sin ánimo de ser pesimista, sin duda este es un escenario muy probable si no cambiamos lo que estamos haciendo en la actualidad y no cuidamos de manera responsable y consciente el agua.

Al igual que con este vital elemento, como sociedad estamos teniendo otras conductas autodestructivas en diversas áreas. A nivel agrícola, el uso de pesticidas y semillas transgénicas, están derivando en la contaminación de cursos de agua y pérdida de la diversidad biológica de nuestros cultivos. Cada vez sembramos menos a nivel familiar y tenemos menos cultivos propios con semillas locales; ya no comemos tomates aromáticos y jugosos, alimentándonos con variedades genéticamente modificadas sin sabor, con mejor apariencia, resistente a las plagas, pero insípidos y probablemente, muy riesgosos para nuestra salud.

Lo mismo nos pasa a nivel de nuestra responsabilidad con el entorno. La basura es sin duda la epidemia de nuestra sociedad moderna, cada vez más microbasurales, cada vez más plástico y residuos tecnológicos por nuestras calles; cada año que pasa, nuestros municipios no dan respuesta a una demanda por una gestión más eficiente de nuestros residuos sólidos, no reciclamos, ni menos compostamos; botamos miles de toneladas de recursos que podrían ser parte de una economía más ecológica.

¿Qué nos pasa como sociedad, si sabemos que todo lo anterior nos daña? Y lo peor, es que nuestras autoridades son conscientes de ello. Pero ¿por qué continuamos autodestruyéndonos?

En mi apreciación personal, fundamentalmente porque no hemos logrado como ciudadanos hacernos escuchar, no hemos logrado como sociedad que los temas ecológicos estén más presentes en la agenda política y pública,  no hemos logrado hacer que nuestra sociedad asuma una cultura de autoprotección personal y de nuestro medio ambiente, y exigir que nuestras autoridades inviertan en ello, en síntesis, no hemos logrado convertirnos en una fuerza transformadora y de cambio.

Cómo avanzar hacia un cambio profundo de nuestra sociedad, a una nueva forma de relacionarnos, a una cultura de vida que ponga fin al despilfarro, la contaminación y el sobre consumo.

No es una respuesta fácil, pero ya estamos viendo los primeros pasos  de transformación desde la sociedad civil. El Estado es reactivo, sin embargo, hoy estamos viendo cómo cada vez son más las personas preocupadas de los efectos de un mal desarrollo, cada vez más grupos intentan reciclar, consumir más sano y despilfarrar menos recursos, en especial el agua, cada vez hay más organizaciones animalistas, ecológicas, de vida al aire libre, de salud natural, cada vez más jóvenes andan en bicicleta y dejan de consumir carne, también hay más grupos que se organizan en torno a una vida espiritual, cada vez más  personas se dan cuenta que dar su vida por lo material cada vez tiene menos sentido.

Hay muchos buinenses y paininos que están trabajando o dispuestos a contribuir para cambiar este escenario o diagnóstico de la autodestrucción que nos domina. Hoy vemos  como cientos de personas marchan contra los pesticidas, se organizan para proteger a los animales, en Buin la Comunidad del Buen Vivir levanta propuestas para que el municipio elabore a la brevedad un Plan Regulador, Recicle, Cuide a las mascotas en centros de rescate.

La solución a esta epidemia que nos autodestruye como personas, sociedad y como especie humana, sólo será posible detenerla si comenzamos a avanzar en la construcción de una sociedad del Buen Vivir, una sociedad más ecológica que supere a las actuales estructuras y corrientes ideológicas de izquierda y derecha, ya que debemos reconocer y hacer evidente, que ambas posturas políticas por igual, con su modelo de desarrollo y de consumo basado en economías que buscan el crecimiento infinito, sin respetar los limites de la naturaleza, son las responsables de la actual crisis ecológica que afecta hoy a la humanidad.

Gobiernos de izquierda o de derecha no distinguen en su afán de crecimiento económico en hacer un uso intensivo de nuestra naturaleza, destruyendo selvas, ecosistemas únicos, contaminando masivamente, lo que está socavando las bases de la vida presente y futura de nuestra humanidad y de miles de especies animales y vegetales. La solución a esta crisis no vendrá por ninguna de estas vertientes políticas que han sido las responsables del estado actual. Debemos superar las visiones reduccionistas de izquierda y derecha y anteponer la mirada de sociedades ecológicas, del Buen Vivir, el color Verde debe dominar nuestras vidas, el ecologismo debe ser un actor político relevante y trascendente.

Deberemos construir una sociedad del Buen Vivir, que nos enseñe a vivir respetándonos a través de sociedades más justas, donde la naturaleza sea parte de una visión eco céntrica y no solo un proveedor de recursos y espacio para nuestros desechos, que existan menos diferencias sociales y económicas, dado que nuestro mundo tiene recursos suficientes para todos si los distribuimos de manera más justa. Hoy, muchos millones tienen poco y unos pocos miles concentran la riqueza de este planeta.

Tenemos que avanzar a formas de vida basadas en la sencillez, vivir de manera más simple, pasar de ser sociedades del consumo y del despilfarro a grupos humanos que asumamos una vida más responsable, no de pobreza, si no más  bien una vida rica y diversa en otros aspectos, priorizar por sobre lo material, la vida cultural, deportiva, espiritual, que nos hagan mejores seres humanos y responsables de nuestro impacto en la naturaleza y el medio ambiente.

En este contexto, la toma de conciencia ambiental será fundamental, por este motivo la educación ambiental debe ser un proceso formativo mediante el cual se busque que las personas y la colectividad comprendan las diversas formas de interacción entre la sociedad y el ecosistema en el cual habitamos. De esta manera crearemos estrategias de cómo avanzar hacia un cambio de mentalidad de nuestra sociedad, a una nueva forma de relacionarnos y buscar estilos de vida más saludables.

Para los habitantes de nuestras comunas hoy existe un gran desafío: iniciar un proceso de cambio. Estoy cierto que la cordura primará por sobre la autodestrucción, estoy seguro que la valentía y la esperanza superarán las estructuras que buscan que todo se mantenga igual. Es fundamental que nos organicemos y trabajemos de manera concreta en la búsqueda de alternativas a la actual crisis. El Buen Vivir, sin lugar a dudas, es una orientación para ello y el trabajo colaborativo entre nuestras organizaciones es la base para este imperativo ético de cambio.

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